martes, 13 de abril de 2010

TECNOLOGIA Y EDUCACION

Un tema interesante para reflexionar sobre nuestros rol como docentes.

La escuela, como garante de la transmisión cultural, no debería haber permanecido impasible ante los cambios producidos en las TIC. Sin embargo, la revolución informática ha sido tremendamente rápida y el esquema principal de funcionamiento de la escuela continúa anclado en sus orígenes, en el siglo XIX y la tecnología de la palabra impresa (Pérez, 2000)[1]; Área, 2001)[2]

Esta disonancia entre los modos de la sociedad y de la escuela genera sus problemas. Simone (Simone, 2001) explica el cambio que se ha producido en los modos de expresarse de los jóvenes utilizando como argumento que la tecnología de la escritura (información escrita) ya no es para ellos la tecnología principal mediante la que reciben la información que manejan en nuestros días. Los ordenadores, los medios de masas y, especialmente, la televisión se han convertido en los medios principales por los que los jóvenes obtienen la información que utilizan para interpretar su mundo. Estos nuevos medios son las herramientas que alteran sus interfaces cognitivas y que, por lo tanto, alteran sus entornos de interacción y relación. Por el contrario, la escuela continúa basando todo su modelo de enseñanza en paradigma del libro escrito, lo que explica el choque cultural y, en muchos casos, la preocupante divergencia que se produce entre los objetivos y modelos de los jóvenes y los de la escuela.

Concretamente Simone considera que la “[...] cultura de los jóvenes, por el contrario, me parece completamente disonante respecto a este modelo. Esta es la razón por la que la práctica escolar a menudo es para los jóvenes una especie de verdadera ficción, de penitencia más o menos prolongada, terminada la cual finalmente se puede volver a la auténtica y verdadera realidad [...]” (Simone, 2001:156). Simone señala que las relaciones entre la cultura de los jóvenes y de la escuela están en profundo conflicto y que “[...] quizá nunca ha existido una época en la cual la relación haya estado tan disociada y desviada” (Simone, 2001:156).

La sociedad se ha visto alterada por la irrupción de las TIC en todos los sectores de actividad. Se han producido cambios a muchos niveles: económico, comunicativo, académico, político,... La escuela debe adaptarse para ser útil en ese nuevo entorno, tal como admite la Comisión Europea en su informe Futuros Objetivos Concretos de los Sistemas Educativos [COM (2002)
[3]

Sin ánimo de ser exhaustivo, algunos de los cambios sociales que deberán tener mayor repercusión en la reconversión de la escuela son:

• Se ha multiplicado nuestra capacidad de almacenar información y acceder a ella. Cada vez resulta menos importante memorizar la información y mucho más importante adquirir otras habilidades relacionadas con el tratamiento de la misma: búsqueda, la clasificación, la selección, la organización, la comprensión, la contextualización, el contraste, la relación, la síntesis, la crítica...(Hernández, González, 2004:7) Nuestra escuela, heredera de la tradición decimonónica, todavía está muy apegada a esquemas de aprendizaje basados en la memorización que eran mucho más útiles cuando el acceso al conocimiento era difícil y costoso.

• Nuestra sociedad produce información a velocidades y en cantidades nunca vistas anteriormente en la historia. Resulta imposible conocer todo lo que se ha escrito sobre una materia concreta. Esto, unido al punto anterior, pone en tela de juicio los roles tradicionales de profesor “almacén de conocimiento” y de alumno “receptor de conocimiento,” así como la hegemonía del docente en el proceso de aprendizaje. El profesor puede ser cuestionado porque los alumnos tienen acceso a fuentes de información que superan la memoria del docente. La obsolescencia de los roles tradicionales profesor-alumno también pone en tela de juicio el proceso de aprendizaje entendido como “transmisión del conocimiento” y hace evidente la necesidad de buscar marcos teóricos de corte constructivista siguiendo las líneas de Piaget (Piaget, 1967, 1968, 1969ab, 1973, 1975ab, 1978, 1981, 1987, 1989), Bruner (Bruner, 1991, 1996)
[4] o Vigotsky (Vigotsky, 1968, 1972, 1973, 1979, 1983) para explicar los fenómenos de enseñanza aprendizaje. Todo ello apunta la inoperatividad de los sistemas de evaluación actuales, que están basados en la memorización.

• El espacio de nuestro nuevo mundo se ha visto alterado. Podemos viajar físicamente a velocidades mucho mayores que hace un siglo pero, más importante todavía, podemos tener telepresencia instantánea en cualquier parte del globo que disponga de acceso a la Internet. La aparición de una red global que nos interconecta a todos ha puesto de manifiesto el valor de la colaboración y del trabajo en equipo. Los alumnos en la escuela de hoy estarán integrados en grupos de trabajo en las empresas de mañana. La colaboración y la capacidad de trabajo en grupo son competencias que la escuela debe comenzar a primar por encima de la obediencia y la disciplina, por ejemplo. Esto quizá implique alejarse del modelo de las clases magistrales unidireccionales en busca de actividades más colaborativas.

• El tiempo de nuestro mundo se ha visto igualmente alterado. Los cambios se suceden con rapidez en todos los órdenes profesionales y, cada vez más, es necesario que la escuela prepare a los ciudadanos del futuro con una serie de habilidades abiertas y flexibles que les capaciten para el aprendizaje a lo largo de la vida. La capacidad para manejar las nuevas TIC sin duda jugará un papel fundamental en el acceso de los ciudadanos al aprendizaje a lo largo de la vida. Por otro lado, los continuos cambios generan una demanda de formación permanente en la sociedad, lo que hace que se deba plantear el papel que deberían cumplir los centros educativos que en principio se diseñaron para formación inicial para cubrir esa necesidad.

• Los lenguajes de nuestro tiempo han cambiado. Como señalaba Simone, los alumnos de nuestro tiempo se comunican y reciben comunicación con lenguajes muy diferentes de los que utiliza la escuela.
Los grandes anunciantes de televisión, por ejemplo, invierten sumas desorbitadas de dinero en la producción de sus spots y cantidades aún mayores en su difusión (la inversión publicitaria, según Infoadex, en España en 2005 fue de 13.706,9 millones de euros). La escuela debe hacer un esfuerzo por salir de los lenguajes convencionales (la palabra y la escritura) y acercarse a los nuevos lenguajes de la sociedad.

Las nuevas TIC han alterado nuestro mundo, y la escuela no debe permanecer impasible ante ello. No obstante, la mera introducción de las tecnologías (físicas) no generará cambios en los modos de actuar ni en los procesos de funcionamiento de la institución escolar. Como ya hemos expresado, la tecnología no determina la sociedad (Castells, 2005[1997):35, pero sí es cierto que determinados órdenes sociales pueden favorecer o entorpecer el desarrollo tecnológico en una sociedad. Del mismo modo, las acciones de las instancias de la administración educativa condicionan el desarrollo tecnológico de la escuela, favoreciéndolo o entorpeciéndolo.

[1] PÉREZ TORNERO, J. M. (comp): “Comunicación y educación en la sociedad de la información. Nuevos lenguajes

[2] Área, M. (Coord.) (2001). Educar en la sociedad de la información. Desclée, Bilbao.

[3] COMISIÓN EUROPEA: “Plan de acción Europa 2002.” Documento online, 2000. http://www.eu.int/information_society/eeurope/2002/action_plan/pdf/actionplan_es.pdf [Consultado 1/1/2006]

[4] BRUNER, J.: “The culture of education.” Hardward University Press. 1996.

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